martes, 21 de diciembre de 2010

La Laurisilva de La Palma


La laurisilva

El corazón de la Reserva

La primera declaración de Los Tilos como Reserva de la Biosfera intentaba proteger uno de los últimos bosques de laurisilva del planeta, un frágil ecosistema húmedo heredado de la época Terciaria. La Palma fue, en aquel entonces la primera de las islas Canarias en contar con un reconocimiento semejante.


El Canal de Los Tiles, que corre paralelo al sendero de Marcos y Cordero, dio nombre a la primera finca protegida por la Reserva.

Hace 20 millones de años, cuando los mamíferos apenas comenzaban a dominar la Tierra, un exuberante bosque húmedo ocupaba toda la cuenca del Mediterráneo. Desde entonces la sucesión de períodos áridos, seguidos de glaciaciones, fue arrinconando sucesivamente este ecosistema hasta confinarlo a los archipiélagos de la Macaronesia (Canarias, Madeira y Azores).

Con la llegada de los primeros pobladores humanos a nuestro archipiélago, ya en el siglo II de nuestra era, la explotación de estos bosques los hizo retroceder aún más. La degradación se acentuó especialmente tras la conquista castellana del siglo XVI, que atrajo actividades económicas intensivas en el consumo de madera: producción de azúcar de caña, construcción y reparación de barcos, etc.

La laurisilva agrupa hasta 18 especies en Canarias (la más significativa de ellas, el laurus azorica , da nombre al conjunto). Todas ellas han alargado y ensanchado sus hojas para especializarse en la captación de la humedad aportada por los vientos alisios. No resulta por tanto extraño el comprobar que su distribución en La Palma coincide con el extremo noroeste, que es donde soplan con mayor intensidad. Los municipios de San Andrés y Sauces, Barlovento y Puntallana cuentan con los mejores ejemplos de laurisilva de La Palma. Y, por las razones ya dichas, también del mundo.

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