lunes, 2 de mayo de 2011

La inmigración Canaria a Cuba



“Mañana me voy de aqui,
lejos del Teide querido,
porque no puedo vivir,
en la tierra en que he nacido…”

La emigración de canarios hacia Cuba se ha manifestado a lo largo de la historia. En 1693, los canarios se establecieron en una zona escasamente poblada fundando Matanzas.
Posteriormente, en el siglo XVIII, la mayoría de los canarios se establecían en la provincia de La Habana, aunque existían otros núcleos poblados por canarios como Sancti Spiritus, Remedios, Matanzas, Puerto Príncipe y toda la región central del país. En el área próxima a la capital, los isleños y sus descendientes se dedicaban al cultivo del tabaco. La emigración se intensifica en el siglo XIX siguiendo la llamada del auge en el comercio azucarero de Cuba. No obstante y a pesar de la gran crisis surgida en la década de los años 80 del siglo XIX, ante la competencia por la masiva siembra de caña en zonas de Brasil, Jamaica y otras islas antillanas, los canarios intensifican su emigración a la isla antillana debido a la decadencia general de la economía en las islas. Barcos vapores y correos que salían casi a diario desde los puertos de Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de La Palma, sobrecargaban sus estructuras de canarios que ilusionados cruzaban el Atlántico en busca de una vida mejor. Muchos se llevaban a su familia pero otros como Domingo Morales Correa, dejaban momentáneamente a mujer y tres hijos con el fin de, una vez establecido, enviar dinero y trasladar a su familia a Cuba. Sin embargo, la travesía no era fácil. Los canarios encontraron todo tipo de peligros, especialmente por las tempestades tropicales tan frecuentes en cualquier punto del Caribe, a lo que debemos unir el abuso sistemático a que eran sometidos los sufridos emigrantes, que para obtener mayores beneficios, los armadores hacinaban en espacios impropios para una garantizada mínima comodidad. Eran frecuentes, durante la travesía, las muertes a bordo, mucha de ellas debido a la adquisición de enfermedades tropicales, a la gripe, la tisis, etc., sin olvidar las producidas por la falta de una casi total falta de condiciones sanitarias en el navío.
De Domingo nunca más se supo. Su mujer, Francisca Morales Melian no sabía como mantener a sus dos hijos, Domingo y Jacinto y a su hija Sofía ,así es que un día tomó la valiente decisión, como lo hicieron otras tantas mujeres, de enrolarse en un barco para ir en busca de su marido. Cuando llegó a la Habana se puso en contacto con otros canarios pero nadie supo decirle el paradero de su marido. Francisca regresó a Canarias con las manos y las ilusiones vacías. El siglo XIX se esfumaba y Francisca pidió ayuda a sus hermanos para que educaran a sus hijos varones. En cuanto a su hija Sofía , Francisca consiguió que un político de la ciudad y su mujer la acogieran y le dieran la mejor educación.




El 17 de agosto de 1919 llegaba a Las Palmas procedente de Barcelona y con escala en Cádiz, el barco Valbanera de la compañía Pinillos e Izquierdo y capitaneado por Ramón Martín Cordero. Allí le esperan 259 pasajeros que compraron un billete para Cuba, entre ellos, Agustina Ramírez Herrera, embarazada de seis meses, que salió un día antes de Telde con su marido, Juan Brito y sus cinco hijos con el fin de llegar a tiempo para embarcarse. El Valbanera había sido construido en Glasgow en 1906 y alcanzaba una velocidad de crucero de 12 nudos. Tras dejar la isla de Gran Canaria , recogieron a 212 pasajeros en Tenerife y posteriormente el 21 del mismo mes a 106 pasajeros más que se unieron en el puerto de la isla de La Palma.
El Valbanera partió hacia el Caribe con 1142 pasajeros, cuya mayoría tenían la intención de llegar hasta La Habana, y 88 tripulantes. Durante la travesía, Agustina Ramírez dio a luz a su sexto hijo.




Tras hacer escala en San Juan de Puerto Rico, el Valbanera llega a Santiago de Cuba el día 5 de septiembre, donde debía desembarcar 44 pasajeros, sin embargo se quedaron 742. A Mª Concepción Rubio, sus padres y hermanos les esperaban en el puerto otros familiares canarios que estaban afincados en las inmediaciones de Santiago. No fue lo que le ocurrió a Pedro Tocino (embarcó en la isla de La Palma) el cual se despistó bebiendo en un bar y cuando oyó el aviso del barco corrió hasta el muelle pudiendo atisbar como el barco se llevaba sus pertenencias. Mientras tanto, Juan Brito y su mujer Agustina decidieron seguir para la Habana, a pesar de su reciente y malogrado parto.
Mientras tanto, un huracán arreciaba en las costas occidentales de la Isla. El día 9 al atardecer se encendieron las señales del puerto de La Habana indicando que el mismo quedaba cerrado para la entrada de los barcos. Era de noche y el Varbanera se acercaba a duras penas luchando contra el fuerte viento huracano. El capitán decidió hacer señales pidiendo práctico con una lámpara de morse. Los vigías del Castillo del Morro, a la entrada del canal que conduce hasta el puerto de La Habana, distinguieron en medio del viento huracanado, las luces del barco que anunciaban una gran resistencia a los desafíos de la naturaleza pero de repente las luces se perdieron entre los vientos y el Valbanera desapareció.




El barco embarrancó volcando el costado de estribor y fue cubierto por las olas embravecidas. El mar se tragó las esperanzas de 400 pasajeros, la mayoría canarios que pudieron llegar a Cuba sin poder conocer el destino que les hubiera deparado si hubiesen desembarcado en La Habana. Cuando los que bajaron en Santiago supieron la triste noticia, se apresuraron a escribir a sus familias en España y Canarias para comunicarles que se encontraban a salvo. Pedro Tocino, que había perdido el barco en Santiago por unas copas de más daba las gracias a su Virgencita de Las Nieves, patrona de su isla palmera, por su buena estrella.
Germán Pérez Hidalgo era enfermero del Valbanera. Viajaba con sus tres hijos y su esposa embarazada del cuarto. Todos perecieron en el naufragio del Valbanera

Historias como ésta han formado parte de las vidas de los emigrantes de cualquier país. Hoy, los descendientes de los que llegaron a otro lugar buscan sus raíces en la tierra que despidió a sus antepasados.

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