lunes, 4 de abril de 2011

Invernaderos en Almería



Han proporcionado mucha prosperidad, pero ahora atraviesan una profunda crisis. Se trata de los invernaderos de Almería, un vergel que es tan grande como el principado de Mónaco y que corre serio peligro si no se pone remedio. Este territorio verde, una extensión que equivale a 100 veces el famoso Central Park de Nueva York, emplea de forma directa o indirecta a 100.000 personas y aporta el 22% del PIB provincial. El famoso mar de plástico representa, en definitiva, el alma de Almería y la crisis económica mundial le ha puesto ante la necesidad apremiante de una reconversión de calado. Las claves que explican el problema radican en el rápido encarecimiento de los costes de producción, la gran dispersión de la oferta, la ausencia de peso específico de los agricultores para evitar que la distribución tire hacia abajo de los precios en origen y la fuerte competencia exterior. La campaña agrícola ha sido este año volátil en grado extremo. El precio medio de venta en origen (lo que obtiene el agricultor) ronda los 0,597 céntimos por kilo de producto, según la Junta de Andalucía. Es el mejor dato de los últimos seis años y un incremento del valor pagado al agricultor de casi el 8% sobre el ejercicio anterior.




Excelentes noticias... o quizá no tanto. En los primeros meses, los precios estuvieron en el límite de la ruina. Fue la ola de frío que asoló Europa en invierno lo que salvó la situación. Un buen ejemplo es lo que pasó con el tomate: noviembre y diciembre, que es cuando comienza la campaña, empezó entre 10 y 20 céntimos, un desastre. Sin embargo, en abril llegó a pagarse a 1,5 euros por kilo. El consumidor ha permanecido ajeno al drama. Las grandes superficies buscan estabilidad en la venta al público y, al mismo tiempo, se emplean a fondo para bajar el coste de adquisición en origen. "Si no llega a hacer mal tiempo, esto no da ni para comer", se quejaba con dramatismo un agricultor, mientras tenía lugar una subasta en la alhóndiga La Unión de El Ejido. Este tipo de empresas es donde se concentra la oferta para que agricultores y vendedores lleguen a un acuerdo mediante pujas a la baja. Por cierto, el resultado de aquella subasta arrojó estos números: el tomate verde osciló entre 59 y 32 céntimos el kilo; el pimiento holandés, entre 46 y 30; el calabacín, de 55 a 41; el melón, de 37 a 33 céntimos; la sandía, a 9 céntimos. Ahora vayan al supermercado y comparen. Mayor dimensión Los agricultores se quejan de Marruecos, que apura al límite los costes y la seguridad de la mano de obra. "Yo he visto cómo meten a mujeres y niños en camiones a las cuatro de la mañana para ir a una explotación, como si fueran ganado.






Y he visto cómo utilizan productos tóxicos para el jornalero, que luego no dejan residuos en la verdura o en la fruta", denuncia el presidente de Asaja Almería, Francisco Vargas. Otro frente abierto es Mercosur. Los sindicatos denuncian que se corta la fruta verde, para que pueda resistir el largo viaje. "Ese producto no tiene sabor, aunque tenga una apariencia excelente, e inunda el mercado con precios baratos", explica Vargas. Pero más allá de la competencia, que siempre ha existido, hay otros desafíos de envergadura. Uno de ellos es el coste de producción. El gasto de una campaña ronda los 23.000 euros por hectárea (10.000 metros cuadrados). Las partidas son múltiples: semillas, abono, agua, insecticidas, insectos para combatir de forma natural las plagas, plásticos, personal y colmenas para la polinización de frutas y hortalizas. "La situación es muy delicada. Los precios de venta están prácticamente igual que hace 10 años, pero el coste de producción se ha multiplicado por tres", subraya Esther Oliva, directora de marketing de CASI, la cooperativa que concentra la mayor oferta de tomate en origen de Europa. Oliva también destaca el alto endeudamiento y la falta de productividad: "En Holanda logran producir entre 60 y 70 kilos de hortalizas por metro cuadrado, mientras que en Almería, la ratio es de 15 a 20 kilos", destaca la directiva. La reconversión se presume inaplazable. "Hay que ganar en dimensión y optimizar costes en producción y comercialización, aunque ello conlleve la salida de la actividad de agricultores y comercializadores", valora Alfonso Zamora, gerente de la asociación de empresarios comercializadores Ecohal. Desde el campo, se añade otro factor vital: "Comercialización.





En el comercio está la clave de todo, porque las distribuidoras están hundiendo los precios", expone Antonio Doñas, agricultor. La Junta de Andalucía ha lanzado un programa de ayudas dotado con 120 millones y tres años de vigencia para financiar al 50% la remodelación de los invernaderos. "Se requiere un gran esfuerzo de modernización. No se puede seguir anclado en estructuras antiguas que nos han llevado a una situación de dificultad. No podemos seguir siendo tan dependientes del clima", avisa el delegado provincial de Agricultura, Juan Deus, que apunta a la concentración de la oferta como "la verdadera asignatura pendiente". Almería tiene la mayor extensión mundial de invernaderos, 26.300 hectáreas. La quiebra del sector tendría un impacto irreparable. Lo que está en juego no es modelo de negocio, es el futuro.

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